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Miguel Jimenez Godinez, de Andalucía a Cataluña

Historia de un proceso migratorio

Eloy Rico y Eneko Tirado

Me llamo Miguel Jimenez, actualmente tengo 70 años y así fué como llegué a Cataluña. Nací en el año 1952. En 1957, con cinco años, mi familia y yo nos vinimos a Cataluña, veníamos en el tren, llegamos a Barcelona por Sitges.

Parece ser que la Guardia Civil devolvía a los extranjeros que eran fuera de Cataluña. La Guardia Civil esperaba fuera del tren y aquel que se bajaba lo cogían y lo devolvían de donde venían, la mayoría los devolvían hacia Andalucía, porque mayormente todos los que venían a Cataluña eran de allí. Por eso nos bajamos a Sitges, porque alguien le dijo a mi padre que, si no, nos devolverían a llegar a la estación, por eso nos bajamos allí. Allí cogeríamos otro tren. Nos quedamos una noche, no recuerdo esa parte muy bien, pero la cuestión es que cogimos otro tren y nos vinimos a Mataró.

Al llegar allí, en frente de la estación había un bar con posada pero la cuestión es que veníamos con dinero, entonces estuvimos allí quince días en la pensión. Entonces mi padre buscó en el barrio de Vista Alegre, y allí mi padre compró un solar para edificar una vivienda. La hicimos nosotros mismos, venía un paleta los sábados y domingos y nosotros le ayudábamos con los materiales. Cada sábado y domingo, todo aquel que tenía un solar se construía su propia casa y esos dos días eran días de trabajo. Nosotros nos edificamos tres plantas.

Me acuerdo que en el 62 cayó la gran nevada

Nunca había nevado tanto en Mataró, mis hermanos y yo aprovechábamos para tirarnos cuesta abajo con hojas de pita, había un problema y es que ni los camiones que traían comida, agua, etc., no podían subir. El pan se vendía en la calle Barcelona, entonces mi padre iba a buscar allí el pan, pero claro, como estaba escaso de pan por la gran nevada, pues daban pan racionado por familia, por ejemplo, si tenias tres hijos, te dan tres reacciones de pan.

El pan estaba escaso de pan por la gran nevada… así que daban pan racionado por familia, por ejemplo, si tenias tres hijos, te dan tres reacciones de pan.

Nosotros éramos tres hermanos e íbamos al colegio Melendi di Pelayo. Entonces teníamos que cruzar Vista Alegre y todo el campo para cortar camino para que no fuera tan largo. Ese colegio estaba donde estaba la fábrica del vidrio. En esos tiempos el gobierno daba a los colegios leche en polvo para que pudiéramos merendar, así que nos traíamos cada niño una lata.

Años más tarde mi padre nos metió a mí y a mis dos hermanos en el Santa Anna, cuyo instituto solo iba gente con dinero. Cuando teníamos 12 años nos sacó del colegio Santa Anna y nos pusieron a trabajar.

Nosotros vivíamos en Vista Alegre, en las últimas casas de arriba del barrio, donde ya se veía campo, viñas, algarroberos, árboles, etc. En un principio no había agua en las casas, tenías que ir tú a buscar agua con un cubo, garrafa a un payés que encima estaba lejos. Él tenía una fuente, no paraba de salir agua, siempre caía. Nos levantábamos cada día a las 5 de la mañana para ir a buscar agua allí y nos pilló y nos fuimos corriendo. Luego había otro payés que venía con un tractor y un bidón de agua que la vendía barata. Años más tarde se metió el agua en casa por tuberías.

Hice la primera comunión en el Santa Anna

Allí había un clérigo que ayudaba a los pobres para la comunión para las ceremonias y las fotos, para el traje, zapatos nuevos, etc. 

A los veinte años conocí a mi mujer, y al año y medio nos casamos y tuvimos tres hijas. Mi madre nos dio una vivienda y ahí nos quedamos a vivir. Una vez casados hice la mili, ya que cuando estabas casado y entrabas a la mili, tú tenías preferencia de que te pusieran en un destino cerca de tu familia, así podía ir a trabajar cada tarde. El campamento estaba en Sant Climent de Sasebes en Gerona. Entonces hice la mili, luego me busqué otro trabajo en una fábrica de tornos automáticos para hacer todo tipo de tornillos.

Una vez casados hice la mili, ya que cuando estabas casado y entrabas a la mili, tú tenías preferencia de que te pusieran en un destino cerca de tu familia, así podía ir a trabajar cada tarde.

Plegando del trabajo, me iba a aprender de tejedor en una fábrica que yo conocía al dueño. Le pregunté si le parecía bien que fuera allí para aprender el funcionamiento de las máquinas. Entonces así lo hice, iba cada día dos horas allí aprendiendo y sin cobrar nada. Aprendí un poquito allí y luego me fui a otra fábrica llamada Can Rulli en la calle Tetuán. 

Allí poco a poco sin que nadie me enseñara yo cuando me tocaba la hora de comer el bocadillo que solo nos daban media hora, cogía un trozo de género, cogía una lupa y miraba qué tipo de agujas trabajaba y así fui aprendiendo, todo yo solo, y puedo decir que jamás tuve una trompada con ninguna máquina, ni de romper ninguna aguja.

Dio la casualidad que el encargado de la empresa plegó y como yo conocía al dueño, él me llamo por teléfono y me propuso irme allí de encargado. Estuve quince años de encargado dirigiendo el personal y revisando las maquinas. Allí me jubilé. La fábrica que era la que estaba al lado de la Laia la Arquera y la derrumbaron. Actualmente están construyendo unos bloques de pisos. El dueño ya no quiso seguir y cerró la empresa, se portó muy bien y le dio a cada uno lo que le pertenecía. Allí cogí el paro y de allí la jubilación.

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